Sobre la mesa un disco pirata. Que uno diga eso a estas alturas no asusta a nadie. En los tracks está el primer disco de CHC, “Bastante Real”. Las primeras veces que lo escuché parece responder a lo que uno esperaría de un grupo hip-hop. Lo mismo de siempre, como chiste de dino gordillo. En verano, como todo es distinto, uno tiende a escuchar de nuevo los discos, buscando algo interesante. Cuando lo encontré, en CHC, pareció un descubrimiento extraño e insólito. Alejados del mainstream, los músicos se desenvolvían cual cura en su púlpito. Explicaban todo y para todos con una candidez en la que solo ellos parecen creer. Las canciones eran parte de un plan bien armado acerca de cómo puedes vivir la vida sin la pretensión de entenderla. Y aprender de ello, contemplar para sumergirse sobre cuestiones en las que nadie pensaba.
El segundo disco “what it is es lo que es”, confirmaba todo pero en otros sentidos. Si algo nos mostraba CHC es que no estamos viendo lo que deberíamos ver. Que estamos en otro lugar, aislados, separados de lo que ellos llaman “lo real”. La repetición de esa frase no es ingenua, pero tampoco –para variar- tiene más razón de lo que ellos quieren darle. En el grupo parece unirse la real convicción de que el futuro, si es que existe, supone alejarse de la preocupación que sostiene a la clase media, y al mismo tiempo, acercarse hacia un presente mucho más simple, aunque quizás más prosaico. Por eso, quiero creer que no existe una contradicción entre la alentadora “Ignorancia Armada” y la pacífica “Deja”. Solamente, dejemos que chc nos explique, una vez más, por qué debemos buscar lo real.
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