simplemente hay cosas que no tienes por qué pagar. como la anécdota de haber estado en plaza constitución mientras tu tren a temperley partía. o que cuando llegaste al extrarradio se te ocurrió levantar una bandera chilena.
eso habría sido una pésima idea.
lo cierto es que a medianoche la toda la gente escribe lo mismo. se siente igual. son los hijos de los mismos padres. los hermanos de los mismos hermanos. por eso en chile la tasa de poetas es particularmente alta. por esta medianoche. por esa bandera. y si quieres un futuro, búscalo como en Pascua, como una mañana de domingo medio dormido comiendo chocolates. no. no es eso lo que quiero decir, porque mi punto está en otro lado. del lado más lejano. si cruzas la cordillera te encontrarás con un viejito de nombre andrés calamaro que te dirá "say say say more more more". ese es su lema. su tatuaje escrito como a los judios les tatuaban su número en la espalda. la creación del código de barras.
lo que les preocupa a los chicos de argentina, cuando esperan su tren hacia el extrarradio, es el estigma de generación. la vida en una época donde lo que no es gratis tiene que ser gratis y lo que importa no tiene que importar. pero hay libros. libros baratos que se venden más que los exprimidos de naranja en esa feria del barrio recoleta. cuando te unes a todos esos turistas te sientes tan bien. y cuando pides un pan en La Biela ya nada puede superarlo. sí, hay algo de lo que no he hablado todavía. pero es que la pena no es tal sin palabras que la justifiquen. pero eso es lo de menos. de lo que no he hablado es de mi gordura. de mi cara de balón. una pelota que se eleva alto. alto como para reventar. y repito lo que me dije hoy a las 3 de la tarde "aféitate ahora".
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